jueves, 27 de octubre de 2011

"LA COMPASIÓN HARÍA A LA IGLESIA
MÁS HUMANA Y MÁS CREIBLE"
Entrevista con José Antonio Pagola

El movimiento 'Redes cristianas' trae esta semana a Badajoz a José Antonio Pagola, quien avanza en esta entrevista algunas de las ideas de las que hablará en las dos charlas que tendrán lugar los días 25 y 26 de octubre.


Su conferencia de hoy se titula 'La alternativa de Jesús'. ¿De qué va a hablar?

Trataré de responder a la pregunta de qué buscaba Jesús. Diré, entre otras cosas, que una sociedad sana y humana se tiene que organizar pensando que los primeros deben ser los más vulnerables e indefensos, que ser seguidor de Jesús es hacer la vida más amable, más digna y más dichosa a los demás.

¿Es la Iglesia así?

Me parece importantísimo centrar el cristianismo hoy con mayor fidelidad a la persona y al proyecto de Jesús. Se nos ha olvidado que ser cristianos es ser seguidores de Jesús, seguir sus pasos, dar importancia a lo que él daba, confiar en el Padre como confiaba él.

¿En qué aspectos debería cambiar la Iglesia?

Por ejemplo, me parecería muy importante poner la compasión en el centro, porque no siempre está en el centro del quehacer de los teólogos. La compasión hoy haría a la Iglesia mucho más humana y más creíble.

¿Ve posibilidad de cambio?

La iglesia tiene una mirada muy aguda para condenar el pecado que ve fuera del mundo, el pecado de la modernidad, de las nuevas generaciones, pero a la Iglesia la veo yo demasiado ciega para descubrir su propio pecado. Antes de predicar a los demás tenemos que adoptar una postura de fidelidad mayor al Evangelio. Es muy fácil condenar a otros, pero en la iglesia hay bastante mediocridad.

La iglesia siempre ha tenido problemas, lo que hoy falta es vigor espiritual, fuego, que diría Jesús, porque él vino a prender fuego. Fíjate, el papa Benedicto XVI está repitiendo que el pecado no está solo fuera de la iglesia, que el mayor peligro para la iglesia no viene de fuera, sino que está dentro.

¿Cómo ve a la Iglesia en esta situación de crisis económica?

Para mí esta crisis no es una crisis más, esta crisis nos está descubriendo que no se puede vivir de cualquier manera, y tendremos que aprender a vivir de una manera más austera y humana. Es una crisis que va a hacer sufrir mucho y cambiaría mucho el rostro de nuestras parroquias si ofrecieran a las personas una acogida cálida, si escuchara a esa gente, con sus miedos y sus sufrimientos, y les ofreciera un acompañamiento. Se le tendría que notar a la Iglesia que le preocupa la felicidad de la gente, que no está cerrada en su doctrina. Y siempre empezando con los últimos.

Si viviese hoy Jesucristo, ¿iría junto a los indignados?

Jesus es un profeta y el profeta vive con indignación profética, hoy sin duda sería un indignado. Jesús es un hombre indignado que pide una revolución de las conciencias. Para mí el fenómeno de los indignados me parece un signo muy positivo de estos tiempos, porque vivimos en una sociedad aletargada.

¿Por qué cree que es así?

Jesús nos haría ver que el bienestar, tal como lo vivimos, nos ha hecho indiferentes, insolidarios. En esta crisis estamos llamados los creyentes y no creyentes a sacar lo mejor que hay en nosotros. Yo creo que en esta situación nos vamos a tener que ayudar unos a otros en la familia y en el entorno de las pequeñas parroquias. Tenemos que aprender a vivir de una manera más sobria...

Para todos los que siguen de verdad a Jesucristo....no a una institución.

sábado, 22 de octubre de 2011

Les mando un comentario sobre la eucaristía.

LA REFORMA DE LA MISA

Los estudios sociológicos lo destacan con datos contundentes: los cristianos de nuestras iglesias occidentales están abandonan-do la misa dominical. La celebración, tal como ha quedado configurada a lo largo de los siglos, ya no es capaz de nutrir su fe ni de vincularlos a la comunidad de Jesús.

Lo sorprendente es que estamos dejando que la misa «se pierda» sin que este hecho apenas provoque reacción alguna entre nosotros. ¿No es la eucaristía el centro de la vida cristiana? ¿Cómo podemos permanecer pasivos, sin capacidad de tomar iniciativa alguna? ¿Por qué la jerarquía permanece tan callada e inmóvil? ¿Por qué los creyentes no manifestamos nuestra preocupación con más fuerza y dolor?

La desafección por la misa está creciendo incluso entre quienes participan en ella de manera responsable e incondicional. Es la fidelidad ejemplar de estas minorías la que está sosteniendo a las comunidades, pero ¿podrá la misa seguir viva sólo a base de medidas protectoras que aseguren el cumplimiento del rito actual?

Las preguntas son inevitables. ¿No necesita la Iglesia en su centro una experiencia más viva y encarnada de la cena del Señor, que la que ofrece la liturgia actual? ¿Estamos tan seguros de estar haciendo hoy bien lo que Jesús quiso que hiciéramos en memoria suya?

¿Es la liturgia que nosotros venimos repitiendo desde siglos la que mejor puede ayudar en estos tiempos a los creyentes a vivir lo que vivió Jesús en aquella cena memorable donde se concentra, se recapitula y se manifiesta cómo y para qué vivió y murió Jesús? ¿Es la que más nos puede atraer a vivir como discípulos suyos al servicio de su proyecto del reino del Padre?

Hoy todo parece oponerse a la reforma de la misa. Sin embargo, cada vez será más necesaria si la Iglesia quiere vivir del contacto vital con Jesucristo. El camino será largo. La transformación será posible cuando la Iglesia sienta con más fuerza la necesidad de recordar a Jesús y vivir de su Espíritu. Por eso también ahora lo más responsable no es ausentarse de la misa sino contribuir a la conversión a Jesucristo.


José Antonio Pagola

viernes, 21 de octubre de 2011

lean

“Hacer teología no es clonar a Ratzinger”
Juan Masiá Clavel, teólogo
La Comunidad
“El papel de la teología no es clonar encíclicas. No se hace teología repitiendo sin pensar declaraciones del llamado magisterio eclesiástico”. Con esta reflexión distendida concluía el pasado 5 de agosto la Escuela de Teología Rahner-Balthasar de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo.
En la conferencia inaugural, el teólogo Roger Haight, alentó al público reunido en el palacio de La Magdalena, en Santander, para participar en el curso de verano sobre La transformación de la teología, hoy: pluralismo y laicidad.
“Compartimos solidaridad y esperanza, unidos en la fe, pero divididos por las ideologías… Están en declive las religiones, pero no la fe…”, decía el teólogo norteamericano. “La juventud se aleja cada vez más de las iglesias , y con razón, porque el lenguaje que se habla en ellas no les dice nada. Pero aumenta la demanda de espiritualidad y los compromisos de solidaridad. El relato evangélico vale para todas las personas en busca de sentido en su vida. Lo que Jesús dijo e hizo, lo que pasó con el ajusticiado inocente que creemos que vive, sigue siendo válido hoy para darnos vida”.
Hay que revisar y reinterpretar, no meramente renovar. El Concilio Vaticano II significó la llegada con retraso de siglos de una importante ruptura con las desviaciones medievales de la teología romana (no una mera readaptación como dice la versión oficial actual).
“La soberanía de la religión es incompatible con la soberanía del pueblo”, dijo José María Castillo. “Los derechos absolutos de la religión son incompatibles con los derechos humanos. La cristiandad equivale a violencia, lo que es incompatible con el Evangelio. Porque es incompatible con lo más elemental de la dignidad humana”.
Pero la reinterpretación de la teología no puede quedarse en primermundismo, androcentrismo y logocentrismo. “Las teologías feministas nos hacen cambiar el paradigma unisexual de la tradición teológica eurocéntrica y androcéntrica”, decía Margarita Pintos.
La voz del Presidente de Europa laica, Francisco Delgado interpeló a la teología para tomar en serio la secularidad y laicidad, sobre todo en las relaciones apropiadas de separación entre iglesias y estados. Recogió el reto Juan José Tamayo, apoyándose en “el laico Jesús de Nazaret” y el movimiento laico desencadenado por él: “el cristianismo primitivo, a favor de la libertad de conciencia y la libertad religiosa, no rechaza al estado laico. La secularización está en la entraña misma del cristianismo”.
También las religiones orientales confrontan semejante problema. Incluso un budismo laico y actualizado, como el que representaba la ponencia de Kotaró Suzuki, reconoce que las nuevas generaciones son cada vez menos institucionales, sin dejar por eso de vivir la búsqueda de espiritualidad y la práctica de solidaridad.
Para la historiadora japonesa Chiaki Watanabe, especialista del estudio comparado de nacional-catolicismo y nacional.sintoismo, la presente situación española de maridaje entre la ultraderecha política y la religiosa recuerda peligrosamente los tiempos anteriores y posteriores al conflicto civil de 1936.
Estamos viviendo una época difícil de transición cultural. “No acabamos de renunciar a los ídolos del pasado ni llegamos a recrear nuevos símbolos”, decía hace ya más de medio siglo el filósofo Paul Ricoeur. Hoy, ya en la segunda década del tercer milenio, los lamentos de los neoconservadurismos eclesiásticos, casados con el gruñido crispado de sus homólogos políticos, en plena crisis por el juego de los poderes financieros, no halla eco en las nuevas generaciones; indignadas con razón, no logran que se haga oir su demanda de una nueva equidad. Cuando se les pregunte por su fe, no serán pocos quienes afirmen que “creen en Dios, pero no en las iglesias”. Y encuestas como la del barómetro de El Pais (20, Julio, 2011) colocarán en altura favorable a las ONG y Caritas, y dejando en ínfimo lugar a los políticos y los obispos.
A las voces de cierta teología que repite el lema de una “nueva evangelización” habrá que responder con la exigencia de un nuevo lenguaje y una nueva práctica. “El cristianismo está en un perído de declive, seguía diciendo el profesor Haight, pero no se debe al sentido interno del mensaje cristiano, sino al modo como es presentado en nuestra cultura de hoy”. No basta envolver el lenguaje estrecho de las iglesias de ayer en una aparente adaptación espectacular o en una “movida” que haga bailar a la gente de hoy en asambleas espectaculares.
No basta una adaptación superficial al presente, rebozando con música de hoy ideologías de ayer. No podemos vivir de la añoranza del pasado. Desde el presente de Jesús, El que Vive, y de cara al futuro hay que reconstruir, revisar, reinterpretar.
Pero el lenguaje que escuchamos en sermones episcopales y encíclicas pontificias parece seguir la pauta de las réplicas presuntamente artísticas como la basílica de “Nuestra Señora de la Paz” construída en la ciudad de Yamoussoukro, Costa de Marfíl, a imagen de la de San Pedro, en el Vaticano: una de las mayores iglesias católicas del mundo, con una cúpula de 149 metros de altura y capacidad para más de 15000 personas en su interior y 300,000 en la explanada exterior.
Mientras el entonces presidente de Costa de Marfíl, Felix Houphouet-Boigny, pagaba de su bolsillo casi 150 millones de dólares para construir entre 1986 y 1989 la iglesia que el papa Juan Pablo II consagró en 1990, seguía muriendo de hambre la infancia anémica de su pueblo.
Cuando el cardenal Fisichella nos invite a una nueva evangelización, habrá que recordarle: que no sea clonación repetitiva sino reinterpretación creadora.
el grande...El nerito...

Conversión es: Cambiar la forma de vida. Leonardo Boff.

Quisiera sera lágrimas, para nacer en tus ojos, vivir en tus mejillas y morir en tus labios.